El viento de cola en emergentes de la mano del precio de los commodities representó un alivio para países en desarrollo en medio de la crisis del Covid. En Argentina, el aumento en el valor de la soja (quebró los USD500 por tonelada) mejoró inmediatamente la perspectiva del frente externo, hecho que contribuyó a moderar la expectativa de devaluación. Se espera ahora un ingreso mayor de divisas por exportaciones.

Sin embargo, y más allá de la mejora en el margen, Argentina sigue teniendo un panorama externo desafiante, con importantes compromisos de deuda en 2021. En la restructuración de la deuda del último año, el país resolvió la carga con los privados, pero debe hacer frente aún a obligaciones contraídas con organismos multilaterales. En rigor, vencen cerca de USD 5000 millones sólo en el primer semestre con el sector público internacional, una posición ampliamente superior a las reservas líquidas.

¿Habrá acuerdo con el FMI? Esto es relevante a la luz de los vencimientos. Argentina debe hacer frente a un pago de USD 2.400 millones en abril con el Club de Paris. Este hecho apura el calendario para el Gobierno, que intentará posiblemente renegociar ese pago, atado a la suerte del acuerdo con el FMI, y otros USD 2.000 millones adicionales con otros organismos multilaterales de crédito. Por consiguiente, será clave un nuevo acuerdo con el FMI para allanar el camino: ¿tomará el gobierno este sendero en año electoral?

En este sentido, elaboramos un ejercicio de desempeño para el potencial recorrido de la deuda soberana en función de los dos escenarios posibles: un acuerdo con el FMI y un cambio en las políticas económicas, o bien un panorama de continuidad durante el año electoral y aplazamiento del nuevo acuerdo para 2022. Ambos caminos generan un comportamiento distinto en las principales variables macro como inflación, devaluación y tasa de interés, todos elementos fundamentales para predecir el retorno de estos activos. 

Descripción de los escenarios

Por un lado, el primer escenario implica una continuidad de la política económica vista en 2020. En función de las presiones electorales, el Gobierno postergaría o no lograría alcanzar un acuerdo con el FMI, frente a el ajuste de las cuentas públicas y las reformas estructurales que este organismo usualmente solicita para este tipo de casos.

Entendemos que en un escenario de no acuerdo con el FMI, Argentina continuaría con una tasa real negativa en pesos, hecho que afecta negativamente la remuneración en moneda local, mientras se afianza el esquema de devaluación sostenida pero moderada, conocida como crawling peg. En este sentido, el tipo de cambio oficial se seguiría moviendo a un ritmo mensual de entre 2 y 3%, por debajo de la velocidad de la inflación, produciendo de hecho apreciación cambiaria en términos reales. 

De este modo, el dólar oficial alcanzaría una devaluación del orden del 36%, por debajo de la inflación esperada en 51%. Sin embargo, la menor remuneración del peso y las tensiones generadas por el desacuerdo con el FMI, presionarían el contado con liquidación incrementando la brecha desde los niveles actuales.

El segundo escenario, donde se alcanza un acuerdo con el FMI en el segundo trimestre del año, el Gobierno se compromete a perseguir más rápidamente un mayor equilibrio fiscal y macroeconómico.

Este esquema, menos conveniente desde la óptica electoral, traería aparejada una devaluación más acelerada en el tipo de cambio oficial, y un incremento significativo en la tasa de interés en pesos para llevarla a terreno positivo frente a la inflación, en consonancia con la solicitud del FMI por una modificación de la política monetaria. En este esquema, el tipo de cambio oficial se devalúa a un 58,4%, en línea con la inflación proyectada, mientras que el CCL en un ámbito de mejores expectativas, tendría un comportamiento más moderado, dando como resultado una brecha reducida desde los niveles actuales, hacia un piso de 60%.

Resultado de ejercicio en bonos soberanos a junio 2021

El objetivo del ejercicio es intentar predecir el comportamiento de los distintos tipos de bonos soberanos, como los instrumentos ajustables por CER, a tasa fija en pesos, ajustables por tasa Badlar y “dollar linked” o ajustables por tipo de cambio, así como también aquellos denominados en dólares. Para ello imputamos las variables macro-financieras antes descriptas y determinamos un punto de llegada para las distintas curvas de rendimiento mencionadas. Los escenarios se ponderan asignando una probabilidad equilibrada entre ambos*.

*Para más detalle de este ejercicio comuníquese con su asesor.

¿Cuál es el retorno esperado para los bonos argentinos durante el primer semestre de 2021?

Retornos esperados a Junio 2021 para distintos grupos de bonos argentinos (en USD y en ARS).

Fuente: Criteria Asset Management
Fuente: Criteria Asset Management.
Fuente: Criteria Asset Management.
Fuente: Criteria Asset Management.
Fuente: Criteria Asset Management.

Recomendaciones de inversión

Si bien hemos insistido en envíos anteriores acerca de la conveniencia de un portafolio diversificado global, la intención del informe es asistir a quien, por disposiciones regulatorias o propia disposición, asume riesgo local en su cartera. 

A modo de conclusión y en vista de los escenarios descriptos, hemos identificado que los bonos denominados en dólares o hard dollar, representados por los bonos denominados Globales y Bonares, presentan al inversor un balance más atractivo. A su vez, es la única clase de bonos dentro de la renta fija soberana argentina que ofrecería retornos positivos en dólares. El resto de los instrumentos estudiados generarían un menor rendimiento positivo en pesos, y negativo cuando es medido en moneda dura.

Consulte a su asesor para determinar la configuración de su portafolio.